Del Rodin a la pirámide: monumento y pedestal

Abstract

Desde su inauguración en Buenos Aires, en 1900, el monumento a Domingo Faustino Sarmiento, provocó controversia. Ahora bien, no por razones ideológicas sino estéticas: “Es difícil algo más feo, vulgar, casi repulsivo”, afirmó un periódico de la época. No hay de qué sorprenderse: la estatua fue encargada a Rodin, a quien varias administraciones públicas ya le habían intentado devolver monumentos como los Burgueses de Calais o el mismísimo Balzac, inaugurado en París tan solo dos años antes. Rodin nunca se caracterizó por ataviar a sus personajes con rasgos armoniosos ni mucho menos heróicos. Hoy, en 2020, el Sarmiento de Rodin volvería a causar controversia, ahora bien, no por razones estéticas sino ideológicas. No podemos olvidar que en la patria de Atahualpa Yupanqui o del Martín Fierro, Sarmiento propuso el lema “civilización o barbarie”, según el cual, la civilización sería dada por la raza caucásica, mientras la barbarie sería obra de negros y de indios. Planteamientos enmarcados en la concepción de una Historia en donde todos los pueblos estarían destinados a tornarse Occidente. ¿Qué hacer? Varias paradojas deberán ser tratadas. La primera, el monumento en cuestión, ¿es un Sarmiento o un Rodin? La segunda, ¿se trata de un homenaje a Occidente o de un homenaje a Argentina? ¿Argentina es Occidente? ¿Nosotros, colombianos, somos occidentales? Esto porque, tal como en la Argentina de 1900 se consideraba a Sarmiento un héroe, en la Colombia de los años 30s, se inauguraba el monumento al conquistador español Sebastián de Belalcázar, en el marco de una República que celebrando su independencia de España, tenía por ideal a Europa. Estatua derribada por los Misak hace apenas unas semanas, para dejar al descubierto una antigua pirámide prehispánica. Esta charla tratará sobre el monumento, sobre el pedestal, y sobre la construcción del pasado, en un año extraño y detenido, un 2020 que parece más un paréntesis para pensar la historia, que para continuar su curso.