Fanzine Quinta Línea, Segunda Edición

Abstract

La imagen tiene poder. Podemos recordar aquel famosísimo cartel de principios de siglo que invitaba a jóvenes a participar del ejército americano con aquella mirada intimidante y ese gesto de obligatoriedad nacionalista. Podemos recordar aquel retrato travestido de Mao que terminó convertido en una parodia del comunismo en un momento álgido de la Guerra Fría. Incluso podemos recordar aquel poster para las presidenciales americanas de finales del 2000 en el que ayudado de la palabra esperanza (‘hope’ en inglés) se inmortalizaba una opción diferente a nivel gubernamental. Sí, la imagen tiene poder y es un territorio político, no solamente por implicar un mensaje que sea capaz de decir algo, sino por permitir la incidencia de todes en su realización y su replicación. Así, pensar en imágenes colectivas (o producidas desde lo colectivo) es poder pensar en dispositivos comunicativos capaces de reflejar una cantidad ilimitada de disensos, de puntos de quiebre, de múltiples miradas. Representar en colectivo es un ejercicio político que desafía las lógicas tradicionales mediáticas y que posibilita pensar(nos) desde otras/posibles lógicas más allá del típico ejercicio de lectura organizada y estructurada. Me permito pues presentarles este ejercicio colectivo de imaginería política, disruptivo, expresivo, diferente, en el que ‘otro’ poder es posible.